Hacienda somos todos
Es una suerte que España haya cambiado tanto desde el franquismo, y que el funcionariado continúe trabajando como en el pleistoceno. Y digo bien, suerte, porque sino perderíamos una de nuestras esencias más patrias, como los toros, los nacionalismos y la paella. Imagínese que tuviese que ir a Tráfico a cambiar de nombre un vehículo y que el chupatintas de turno le atendiese con amabilidad, buscase los datos necesarios en el ordenador y le entregase los papeles al día, tal y como usted deseaba. Sería como para decir: esto ya no es España, esto es otra «cosa»...
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