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Palabrita de escritor.

La Policía, que es poco lista...

La Policía, que es poco lista...

El día seis de febrero de 2007 me personé en la comisaría de Palma de Mallorca para renovar mi DNI. En un principio pensé que un trámite tan simple -aunque obligatorio- se llevaría a cabo sin incidentes. Nada más alejado de la realidad. (Hasta ese día pensaba que la serie de televisión “Los hombres de Paco” era una parodia policial).

Paso 1- Guardar cola en la calle más de una hora.

Paso 2- El policía de turno reparte entre la fila un papelito numerado por orden de colocación; esto es, quien llegó antes tendrá un numero inferior que le dará derecho a tramitar su DNI antes de quien dispone de un número superior. Claro, que el orden de colocación funciona de manera que los amigos del policía de turno tendrán los números inferiores, y se colocarán antes.

Paso 3- Es el momento de sentarse a esperar turno, según el papelito numerado. En teoría se podría pensar que la numeración sirve para eso, para que llamen por orden numérico en la pantalla digital. Pues no, los agentes llaman al grito de ¡siguiente! como en las pescaderías “de antes” -que en las nuevas el sistema número-pantalla digital funciona de maravilla-.

Paso 4- Le toca el numero, va su ventanilla, y -en mi caso- la agente le pregunta la razón de la renovación del DNI, “si usted no lo tiene caducado”, dice. “Por cambio de domicilio”, argumento yo. “Ah, ¿y eso se puede?” pregunta la ilusa agente. “Deberé consultarlo”, añade.

Paso 5- Ya estoy en posesión del DNI-E, al fin, pero gracias a la nueva maquinaria estatal electrónica, aparezco en sus bases de datos reclamado por “alguien o algo”.

Paso 6- El ambiente se vuelve hostil. Ya no soy un simple ciudadano que ha ido a renovar su DNI. No. Yo soy la personificación del mal, un delincuente, y como tal recibo el trato que merezco, según ellos. “Acompáñeme” me dice un policía de paisano, con voz autoritaria. “Siéntese ahí”, con malos modos. “Veamos, ¿es usted Rubén Parra?” Sí, contesto. “A usted le busca el juzgado de instrucción numero uno de Manresa” (Por fin una vaga explicación) ¿A mí? ¿Porqué? “Eso no lo se”, contesta el funcionario policial.

Paso 7-Tras varios minutos sin dirigirme la palabra ni explicarme nada, y yo con el miedo calado en los huesos, aparecen dos “policías” (esto lo supongo, pues en ningún momento me dicen quienes son), hablan en jerga con su compañero, me miran con odio y me llaman al interior de una habitación. “Oiga, caballero -tienen mi nuevo DNI, por lo tanto saben cómo me llamo-, siéntese ahí”, de nuevo con malos modos -en realidad son peores-, y cierran la puerta de un portazo. Se coloca uno delante de mí y el otro detrás, esto antes de sentarme. Una vez sentado, los policías quedan a mis espaldas; yo estoy de cara a una ventana, con las radiografías de un cráneo y un brazo partido, pegadas al cristal con cinta aislante. Pasan varios minutos en los que intento averiguar la razón de porqué estoy encerrado en la habitación de una comisaría. “Quizá me vayan a detener”, pienso. Comenzaba a creer que peligraba mi integridad física. Al cabo, uno de los policías me pregunta mi dirección. Le comento que acabo de renovar el DNI por cambio de domicilio, y que por lo tanto mi dirección figura en el documento estatal. “Ya, lo se, pero podría haber dado los datos falsos”. “¿Los datos falsos?”- me pregunto. “¿Porqué diantre iba yo a falsear ningún dato?” “¿Creen en realidad que soy un peligroso delincuente?”. Le doy mi dirección y me pide el número de teléfono móvil. “Por que teléfono fijo supongo que no tendrá”, dice. “¿Porqué supone eso el policía? ¿Acaso cree que vivo debajo de un puente?”. Le digo que sí tengo teléfono fijo y le doy el número. “¿Sabe porqué está aquí?” -me pregunta, le contesto que no. “En el 2004 un juzgado de Manresa dictó una orden para conocer su paradero”. “¿Entonces no estoy detenido?”, le pregunto. “No, pero si los datos que me ha dado fuesen falsos iríamos a buscarle y le detendríamos”. De nuevo acusándome de falsificador. “Puede usted marcharse”. En ese momento me levanto, le doy las gracias y le digo adiós. No me contesta. Paso por delante del otro policía y de nuevo le doy las gracias y le digo adiós; no sólo no contesta sino que me mira con odio, con desprecio...

Paso 8- Al día siguiente, miércoles siete de febrero, llamo al juzgado de instrucción número uno de Manresa. Les comento lo sucedido y me informan que no hay nada contra mí, ni busca, ni paradero, ni leches en vinagre. En todo caso, eso se solicitó en un juicio en el que yo estaba en calidad de testigo. Pero el juicio se celebró en 2004 y el imputado ya está juzgado y cumpliendo su condena. En su momento ya me encontró la policía autonómica catalana, simplemente llamando por teléfono al numero que se especificaba en las diligencias. Como comentario, me gustaría dejar constancia de que antes de este suceso yo me sentía bien por haber cumplido con mi obligación ciudadana en atestiguar contra un delincuente y llevarlo ante la Justicia. Ahora creo que habría sido mejor haberme hecho el sueco y decir que yo no sabía nada. PD: No me dieron el PIN de mi nuevo DNI. ¿Qué me sucederá el día que vaya a solicitarlo?

1 comentario

Zeus -

Imaginese, que usted acaba de asesinar a 2 niñas en un parque,y que por ello le busca la autoridad judicial,para proceder a realizar los tramites de pertinentes. Sin embargo, los policia que le atienden,le hacen caso,y lo dejan libre,creyendo su escuxa de inocencia, como resultado, dejan libre a un presunto asesino, cree usted que eso seria normal?