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Palabrita de escritor.

Primates parlantes.

Primates parlantes.

Particularmente, siempre evitaría hablar con un asesino. No por razones políticas, sino por miedo. Miedo a su mirada, miedo al tono de su voz, a sus gestos, miedo a mis propios movimientos... En definitiva, canguelo puro y duro; me acojonaría estar cerca de un asesino por lo que pudiese pasar aunque no pasase nada. Entonces, si a mí no me agradaría conversar con un asesino, es bastante razonable que los políticos no deseen hablar con los asesinos, chantajistas, extorsionadores e inventores de vilezas varias, como son los personajes de Eta.

Personajillos que en muchos casos, de tanto fanatismo y perdida de masa cerebral a causa de su propia verborrea, parecen seres bípedos del pleistoceno, si en tal antigua época existió algo parecido a lo que hoy conocemos como humanos. Será esa sin duda la época del «homo- euskáldikus» que tanto les gusta a los etarras reivindicar como historia del pueblo vasco. Un homo-euskáldikus puro o un puro primate violento, corto de miras pero de alto linaje, señor de señorío lo menos.

Bien, yo no me acercaría ni por asomo al primate euskaldún, y la mayoría de la clase política española tampoco. ¿Entonces? ¿Donde está el problema de no dialogar con los terroristas? En que cuatro valentones tipo Cid Campeador achuchan con la milonga de siempre a ciertos políticos, les dicen que hablen con ellos, que dialoguen, que se acerquen y sufran sus miradas, su tonos de voz, sus gestos. Estos Cides que campean a sus anchas por los pasillos del congreso o del parlamento de Cataluña, piden que sean los otros los que dialoguen, pero de ellos mismos no dicen nada. También les da miedo el homo-euskáldikus.

Aunque hay otros que a la vez que achuchan hablan con ellos, y lo hacen por el placer que otorga el miedo, como si platicar con un etarra fuese lo mismito que subirse al dragon kan de la política. Pues eso, que se suban ellos, que dialoguen con el primate todo lo que quieran, que yo mientras me quedo en casa viendo el espectáculo. Y ojalá salgan indemnes de la jerga del violento y no con los pies por delante como muchos otros que así lo hicieron, sólo por el hecho de pedir ese ansiado dialogo con el homo-primate euskaldún.

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